La Vida en Demasía hace preguntas casi existenciales. El director y dramaturgo de esta obra, Pablo Todero, se inspiró en lecturas filosóficas, de física cuántica y sobre multiuniversos para escribirla. “El proceso de búsqueda fue bastante particular. -cuenta- Partimos de un concepto: tres personajes que se despiertan en un lugar sin saber quiénes son ni quiénes son los otros ni dónde están; y a partir de eso fue toda una búsqueda”.
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En algunas de las funciones, al finalizar, se vieron personas del público llorando. Todero manifestó que si bien le llamó la atención esta reacción, “la idea de la obra es justamente eso, generar algún conflicto en el espectador como para que después de la obra le genere un pensamiento o un tener que analizar o pensar la obra desde diferentes lugares”.
Como dijo el director y dramaturgo de La Vida en Demasía, “sería raro que los espectadores coincidan en sus lecturas” ya que es una obra que roza el abstracto y, principalmente, hace preguntas. La escenografía y el vestuario contribuyen a este clima de confusión e incertidumbres que pretende (y logra) generar. Es una obra que exige una expectación activa y con la cual es difícil no involucrarse, al menos para alimentar la curiosidad de quiénes son los personajes, dónde están, por qué están ahí, qué es lo que hacen o qué va a pasar con ellos.
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